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El presente blog, está conformado por Munguía Quiroz Fátima Livier, Padilla Camacho Dalia Carolina, Rodríguez Cuervas María Guadalupe, Romer...

viernes, 11 de junio de 2021

 APLICACIONES CLÍNICAS GENERALES

Los aminoglucósidos se usan principalmente contra las bacterias Gram negativas aerobias, pero en algunos casos también se usan contra otro tipo de bacterias como las Gram positivas, por lo que a menudo se utilizan en combinación con un antimicrobiano que tenga actividad sobre la pared celular (β-lactámico o glucopéptido) y con ello resuelvan infecciones bacterianas graves demostradas o sospechadas. El uso combinado con otros medicamentos se justifica en:

  • La expansión de toda la gama de actividad del esquema antimicrobiano.

  • La proporción de una destrucción bacteriana sinérgica. 

  • Evitar el surgimiento de resistencia a compuestos individuales.

(Katzung y cols., 2019;Brunton y cols., 2015)

Sin embargo, debido a las demostraciones de la toxicidad que presentan, su uso se ha visto limitado especialmente, solo cuando existe preocupación por patógenos resistentes a los medicamentos o en pacientes críticamente enfermos, restringiendo así la administración prolongada solo para infecciones potencialmente letales y aquellas en las cuales no se debe utilizar un antimicrobiano menos tóxico o es menos efectivo, como por ejemplo, se ha permitido el uso de aminoglucósidos en el tratamiento combinado para infecciones  como la neumonía o septicemia en las que los microorganismos Gram negativos resistentes a múltiples fármacos, como P. aeruginosa, Enterobacter, Klebsiella y Serratia pueden ser los causantes y las consecuencias de no proporcionar inicialmente un tratamiento activo son graves.  De esta forma se ha disminuido su uso sobre todo cuando se dispone de regímenes alternativos, por ejemplo, en el caso de la endocarditis enterocócica, los estudios sugieren que la combinación de ampicilina y ceftriaxona es un régimen eficaz con menos riesgo que los aminoglucósidos, de provocar nefrotoxicidad (Katzung y cols., 2019;Brunton y cols., 2015).

Cuando se usan aminoglucósidos es fundamental elegir bien el contexto clínico, por lo que la selección del agente y la dosis dependen de la infección que se está tratando y la susceptibilidad del germen, haciendo un previo análisis de la existencia de tratamientos alternativos por su gran toxicidad. Sin embargo, aun con los riesgos de toxicidad se siguen utilizando para enfermedades como: 

  • Pielonefritis (como fármaco único).

  • Brucelosis (como fármaco de primera línea).

  • Infecciones de las vías urinarias.

  • Neumonía.

  • Meningitis.

  • Endocarditis bacteriana.

  • Septicemia.

  • Tularemia.

  • Tuberculosis (Como fármaco de segunda elección).

  • Peste.

  • Quemaduras infectadas, heridas o lesiones de la piel.

  • Entre otras.

(Katzung y cols., 2019; PROA,2018; Palomino y cols., 2003)


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

  • Brunton, L. L. & Hilal-Dandan, R. (2015). Capítulo 54. Aminoglucósidos. (2a ed.). Goodman & Gilman Manual de farmacología y terapéutica. (pp. 974-975). México, D.F: McGraw Hill Edducation.

  • Katzung, B. G., Beauduy, C. E., Winston, L. G. & PharmD. (2019). Capítulo 45. Aminoglucósidos y espectinomicina. (14a ed.). Farmacología básica y clínica. (p. 829). Ciudad de México, México: McGraw-Hill Edducation.

  • Palomino J. & Pachón J. (2003). Aminoglucósidos. Formación Médica Continuada. 21(2): 01050115 (sld.cu) 

  • PROA. (2018). Aminoglucósidos: Indicaciones de uso. Recuperado el 11 de junio de 2021 de PROA: Aminoglucósidos: Indicaciones de uso – PROANTIBIOTICOS





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